Sonia Osorio
New Orleans, la cuna del jazz, acogió el 7 de octubre de 2012 el arpa, el cuatro y las maracas de los venezolanos en una verdadera fiesta de la democracia que se tomó las calles de esa ciudad del sureste de Estados Unidos.
Más de 8.000 compatriotas de Florida, Georgia, Carolina del Norte y del Carolina del Sur protagonizaron una masiva movilización para ejercer su derecho a votar y que según algunos expertos no tiene precedente en ningún otro país.
Algunos electores de Florida tuvieron que recorrer más de 1.300 kilómetros desde Miami a New Orleans y atravesar tres estados en un viaje de casi 15 horas, solo de ida.
De esa forma, asumieron el reto impuesto por el Consejo Nacional Electoral (CNE) de instalar el centro de votación para las elecciones presidenciales en el Ernest N. Morial Convention Center, después de que el presidente Hugo Chávez ordenó el cierre administrativo del Consulado General de Venezuela en Miami en enero pasado en respuesta a la expulsión de la cónsul Livia Acosta por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Casi el 90 por ciento de los votantes que se movilizaron eran del sur de Florida, muchos de ellos se trasladaron en autobuses que partieron de la ciudad del Doral en caravana, transporte organizado por grupos civiles con donaciones y por los representantes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de Miami. Otros viajaron por avión en 14 catorce vuelos organizados Aerovotar.
Apevex estuvo entre quienes emprendieron el recorrido el sábado 6 de octubre , en la madrugada, con el tricolor nacional y una sobredosis de esperanza. Pronto comenzamos a encontrar por el camino compatriotas que viajaban en sus vehículos o iban en caravanas.
Nadie se había visto nunca, pero todos nos saludábamos tocando las cornetas de los automóviles, ondeando las banderas y con la señal de la victoria. La misma escena se repetía a nivel de la rural Ocala, en Gainesville (Florida), en Alabama y en Mississippi.
Cada vez que nos deteníamos para comer en algún lugar de la carretera, allí se escuchaba el acento inconfundible de los venezolanos, usando gorras con los colores de la bandera desbordando esperanza porque ese sacrificio que realizaban ayudara a recuperar la Venezuela que una vez nos perteneció a todos sus ciudadanos, sin distingo de colores, sin odio, sin divisiones.
A Gisela De Faria, residente en Alabama, la conocimos en un restaurante de comida rápida en Milton (Florida). Viajaba con 15 miembros de su familia y apostando a un cambio no dudó ningún momento trasladarse a New Orleans a votar, en silla de ruedas y con sus 76 años.
Historias similares de sacrificio, pero sin arrepentimientos y con mucha esperanza, escuchamos durante gran parte de la trayectoria de ese sábado. Testimonios que daban fe de cómo los venezolanos aún fuera de nuestra patria estuvimos y seguiremos estando dispuestos a rescatarla.
Miles de compatriotas se desplazaron a Louisiana para ejercer su derecho y deber a votar y decidir el futuro de Venezuela, un país que algunos de ellos no pisan hace años por ser víctimas del destierro por disentir del Gobierno actual.
La alegría, el optimismo y la esperanza se desbordaron el domingo 7 cuando desde muy temprano, en un día frío y nublado, los electores hicieron fila para sufragar. Muchos esperaron entre 3 y 4 horas, pero luego salían del recinto de votación con la satisfacción de haberle cumplido a Venezuela.
Durante la espera hicieron la ola por el país y cantaron el cumpleaños feliz a quienes celebraban su día, mientras que voluntarios explicaban cómo proceder con la boleta de votación.
Entre los electores, había una mujer de Miami en silla de ruedas tuvo que viajar a Houston donde vive su hermana y esperar que ésta votara en esa ciudd para luego ambas tomar un avión desde Texas y volar a New Orleans a fin de ella pudiera sufragar.
Tras sufragar, miles de compatriotas inundaron las calles aledañas al centro de votación donde habían puestos de comida venezolana: arepas, tequeños, cachapas y hasta dulce de lechoza. Otros tomaron como centro de reunión los hoteles frente al centro de convenciones.
Por cierto, el gran uso de Blackberry y otros teléfonos celulares durante la jornada electoral ocasionó situaciones anecdócticas como la que nos contó nuestro colega y editor de Notiven, Javier Cáceres: en el baño de los hombres de uno de los hoteles, las personas se sentaban en el piso frente a la puerta donde estaban los inodoros para cargar los celulares en “medio de un olor insoportable”.
En horas de la tarde, el secretario general de la MUD de Miami, Pedro Mena, declaró a Apevex que se instalaron 26 meses y estaba votando un promedio de 300 electores en cada una.
“La votación en New Orleans ha sido exitosa para las condiciones en que hemos hecho el procesdo. Es una fiesta de la democracia y agradecemos a la ciudad de New Orleans», dijo Mena.
El activista agregó que estaba «feliz por la asistencia, es un civismo».
A la 1 de la tarde el sacerdote Israel Mago, quien viajó desde Miami, celebró una misa en New Orleans y argumentó que se encontraba allí con los venezolanos porque “así como existe el votodondesea.com , yo celebro misa donde sea”.
Mientras la jornada de votación continuaba, algunos compatriotas armaron en una esquina una parranda con cuatro, tambores y maracas. Seguía reinando eoptimismo y la esperanza.
La tensión surgió cuando faltando pocas horas para el cierre del centro de votación aún no aterrizaba un avión 767 con 250 votantes, entre los que habían personas de la tercera edad y discapacitados, que apenas serían trasladados en cinco autobuses.Varias integrantes de la MUD estallaron en lágrimas y alguien rápidamente organizó a las personas para que oraran a favor de la pronta llegada de esos votantes, en momentos en que el Cónsul General de Venezuela en New Orleans, Jorge Guerrero Veloz, amenazaba con finalizar el proceso de votación.
Una acción que estuvo a punto de concretar cuando ya estaban en camino los primeros 150 de los 250 electores rezagados. Tras negociaciones y una enérgica intervención de Mena, quien bloqueó la puerta del centro y convocó a todos los medios de comunicación a presentarse en el lugar, se logró que esperaran a los votantes.
Cuando arribaron fueron recibidos y calificados como “héroes” y votaron! Pero, los otros 100, entre los que estaba Fanny Beltrán de 94 años, no pudieron sufragar. Llegaron pasadas las 7.00 pm y el cónsul ordenó el cierre del centro aún cuando estos electores, en su mayoría eran ancianos en sillas de ruedas.
¿Por qué llegaron tarde los 250? Entre ellos había personas discapacitadas y por ello tomó tiempo subirlas al avión y lo mismo trasladarlas en los autobuses porque se requería de un mecanismo especial.
La gran alegría de los muchos compatriotas que todavía permanecían en las afueras del recinto, aún cuando habían votado, se transformó en tristeza, impotencia e indignación cuando los vieron partir de regreso al aeropuerto sin ejercer su derecho a votar.
Pero la gran sorpresa que sumó en una desesperanza total a los votantes fue la noticia, primero vía Twitter, de que el presidente Hugo Chávez aventajaba con creces al candidato unitario de la oposición, Henrique Capriles.
Nadie que permanecía en los alrededores del centro de convenciones podía creer lo que escuchaba, mediante un celular y un megáfono, cuando la presidente del CNE, Tibisay Lucena, divulgó los primeros resultados oficiales.
Después escucharon a Capriles aceptar rápidamente el triunfo de su contrincante.
Algunos lloraron, otros simplemente guardaban silencio y hubo quien dijo: “Esta es la última vez que voto, siempre pasa lo mismo. Nadie defiende nuestros votos, sino que claudica ante el primer boletín”.
A la medianoche todos se retiraron sintiendo una gran “resaca electoral”.
Apevex, que estuvo todo el día informando desde New Orleans y sus afiliados desde Panamá, Miami, España, Caracas, Puerto Ordaz y otras ciudades de Venezuela, emprendió el camino de regreso el lunes después de despedirse de la ciudad a orillas del río Mississippi:
«Adiós New Orleans, gracias por acogernos en lo que fue una gran fiesta democrática antes del anochecer del 7 de octubre. Te dejamos nuestra alegría, nuestro alboroto, nuestra risa, nuestro llanto y esperanza. Emprendo el camino de regreso a Miami con mi bandera tricolor y el recuerdo de lo que fue una histórica movilización de votantes».
¿Valió la pena? Claro que sí! Independientemente de los resultados de las elecciones demostramos al mundo que creemos y queremos vivir en democracia
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